Ser una de las aparaciones más impactantes de la década como
delantero y protagonizar uno de los traspasos del momento siempre añade
presión. Pero Wayne Rooney no ha tenido problemas en confirmar todo lo
que se esperaba de él y al más alto nivel. Con veintiseis años ya lo ha
ganado todo con el United y ‘sólo’ le queda ganar títulos con
Inglaterra.
Pero
todo ello lo comenzó a hacer desde la posición de 9. Mucho alucinamos
cuando en los últimos cruces contra el Barcelona le llegamos a ver de
extremo para tapar las subidas de los laterales.
Hace un parde campañas, comenzó a retrasar su posición. Sólo unos
metros, pero que nos regalaron una versión nueva y, lo más importante,
muy mejorada de Rooney. No sólo era un goleador de amplio surtido de
remate, sino que veía el fútbol con una clarividencia desconocida sin
perder el gol.
Para mí, en esa posición se sitúa entre los cinco mejores jugadores del momento. Un jugador en torno al que armar un equipo.
El problema, o mejor dicho, la variación, viene cuando en los últimos
partidos ha jugado totalmente incrustado en el centro del campo. Me
acuerdo cuando tras la retirada de Scholes, éste señaló a Rooney como un
óptimo sustituto pero Ferguson lo descartó por ser un perfil muy
diferente de jugador.
Está claro que tiene razón, aunque jugaran en la misma posición
Scholes y Rooney son jugadores muy distintos. Incluso tampoco tiene la
obligación de usarlo alejado del área de manera definitiva con otros
jugadores para esa posición de nivel: Cleverly, Carrick, Anderson,
Fletcher… incluso Park.
Sin olvidar a Giggs, que el año pasado ya jugó algún partido en la zona.
Quizás si hablamos de Giggs podamos dar con la clave. Ferguson busca
un jugador determinante en el medio. Hoy es Rooney, pero no debería ser
una medida permamente ahora. Quizás en un tiempo, con menos jugadores en
la zona y con un Wayne más rodado (o con otros delanteros de garantías)
pueda usarse su visión y buen golpeo, pero alejar a Rooney del área con
el momento que está viviendo es un error.
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