Me sigue pareciendo algo insulsa e insustancial esta fase de la Champions, la de grupos, y esta última jornada, con algún partido sin nada en juego, más allá del orden de los que llegan a octavos, no me hace cambiar mi parecer.
Pero sí que valen, como cada jornada de cualquier competición, para quedarme con algunos detalles que siempre dan para pensar.
Pero sí que valen, como cada jornada de cualquier competición, para quedarme con algunos detalles que siempre dan para pensar.
En esta ocasión me centro en dos jugadores franceses con protagonismo importante en las victorias en sus equipos: Samir Nasri en el Arsenal y Karim Benzema en el Real Madrid. Uno vive un momento dulce, el otro se reivindicó justo cuando su equipo parece esperar al mercado de invierno a pesar de que de inicio no querían, para sumarle más competencia.
Nasri, señalado como un heredero de Zidane en su día, se encargó de finalizar una deliciosa jugada de asociación de su equipo en la frontal del área confirmando su fantástico estado de forma. Está liderando a los gunners en una correcta campaña en Champions (a partir de ahora las exigencias subirán) y también en una gran campaña en Premier (aprovechando las horas bajas de los otros integrantes del Big Four) viendo ahora mismo, al resto desde el puesto más alto.
Sus números confirman esta progresión y nadie parece echar de menos al faro que guía a este equipo, Cesc Fábregras, con muchos problemas con las lesiones en este arranque de campaña.
¿Será este el arreón que necesitaba el galo para confirmar las expectativas depositadas en él? ¿Estará aprovechando la frescura por no haber acudido al pasado Mundial? Estas próximas semanas deberían contestar estas preguntas, que no sean flor de un día.
El caso de Benzema es algo más complejo. Llegó a un equipo como el Madrid, con urgencias, como uno de los delanteros con más proyección del mundo pero rápidamente su carrera tomó un peligroso paralelismo con el paso de Anelka por la Casa Blanca. Nadie discute su técnica y potencial, pero su desgana e irregularidad le ponían a los pies de los caballos.
Una de las misiones de su nuevo técnico, Mourinho, además de devolver la gloria europea al Madrid era la de sacar lo mejor del cúmulo de estrellas con las que cuenta y en especial a Benzema.
No funcionaron los mimos primero, los palos en público después, ni parece ayudar el soporte mediático con el que cuenta. Incluso un jugador como Higuaín, mucho más limitado técnicamente está por delante de él por su entrega constante que suele ser recompensada con goles, la vida del delantero.
Anoche se despachó con un hattrick que disparó el júbilo entre sus seguidores. Hacer tres goles en un partido de Champions no es una cosa menor, pero desde luego no debe servir para redimir a Benzema de muchos de sus pecados. Un partido con nada en juego ante un rival muy inferior debe de servir como punto de partida hacia otros donde, quizás no con goles, pero que dejen mayor participación en el juego del equipo. Las condiciones futbolísticas las tiene, sólo le hace falta un plus de mala leche o de ambición o como lo queráis llamar, pero que se le vea implicado en el juego y no deje esa sensación de que vive a la espera de que lo que genere su equipo pase cerca de su área de influencia.
Claro, que también el entrenador debe seguir trabajando en la formación de este jugador. Ahora debe tener minutos por la lesión de Higuaín, pero no debe acomodarse porque Kaká está casi a punto de volver y este no se duerme. Aunque ya estamos hilando muy fino con hipotéticos cambios de sistema que no sabemos si se van a producir.
¿Servirá este hattrick para espolear y espabilar a un delantero con unas condiciones para llegar a ser un grande? ¿Le darán desde el banquillo continuidad y minutos más allá de que tenga competencia? Al igual que con Nasri, estas próximas semanas irán contestando, pero en estas preguntas sí que hay más factores que intervienen en las respuestas.
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