La noche de ayer prometía, futbolísticamente hablando. Había un partido con una tremenda historia. La que tienen los uruguayos, campeones en dos ocasiones del Campeonato del Mundo. Eran tiempos de Héctor Scarone y del gran capitán, el imponente Obdulio Varela. La herencia de esas selecciones conquistadoras es una actual Uruguay con mucho oficio, lleva toda la vida en esto del darle patadas al balón, manejando todas las facetas del juego, tanto de táctica, técnica e incluso esa picardía futbolística propia del que siempre ha jugado en la calle. En el otro lado Ghana, que no tiene historia en los Mundiales, pero que, ya con estar en cuartos de final había conseguido la mejor actuación de sus participaciones. Si avanzaba a la siguiente ronda se habría colocado en la mejor clasificación de un país africano en un Mundial.
Antes del partido, estaba yo con ese cosquilleo típico del adolescente que va a ver a su primera novia en su quinta cita, y es que no es para menos, iba a ver a por quinta vez al que más me ha enamorado en este Mundial, Asamoah Gyan. Ese delantero centro que a pesar de luchar bastante solo, no hace otra cosa que producir para su equipo positivamente. Nos ha dejado toda una colección de controles, asociaciones, desmarques y remates que tardaremos en olvidar. Lo único impropio de un jugador como él, para los más puristas, es el número que lleva en la camiseta, el 3.
En realidad, iba a ser una lucha entre dos equipos bastante parejos, aunque muy ligeramente inclinada hacia el lado charrúa, por su contundencia atrás y adelante. De todas maneras, andaba yo confiado en mis africanos, esos que gracias a Rajevac, han sido capaces de jugar con un orden propio de un equipo europeo pero que no han perdido un ápice de su alegría innata y su inagotable energía.
El partido tuvo un desarrollo con fases de dominio alterno y tras adelantarse los "anfitriones" con un gol de Muntari y algo de colaboración de Muslera (otro héroe), fue Forlán el que logró la igualada definitiva, también con ayuda de Kingson. Se llegó a la prórroga y el dominio fue totalmente de Ghana, las pocas energías únicamente andaban en su bando. Nos plantamos en el último suspiro del tiempo suplementario y, de repente, se comienza a escribir uno de esos momentos tan increíbles que nos regala este deporte, lo podemos resumir con el título: "¿Héroes o villanos?: Todos héroes".
La historia comienza así: falta lateral en el último minuto del tiempo extra, tras el tiempo reglamentario. La lanza Paintsil, centro al área, un par de cabezazos, algún despeje fallido y un remate directo a gol de Adiyiah que salva en la línea de gol Luis Suárez con despeje propio del mejor de los cancerberos. Penalti y la correspondiente expulsión. He aquí el que parecía el villano uruguayo.
Llegado este momento, sobre el pie derecho del número 3 del conjunto ghanés -héroe con su gol contra USA-, pendía la ilusión de todo un continente. Millones de corazones palpitaban a velocidad desenfrenada a la vez que estaban encogidos por el miedo a un error...que se hizo realidad, pues el travesaño se interpuso en el camino del gol que metía a las estrellas negras en la semifinal. Gyan, con este fallo intercambiaba su posición con Luis Suárez. El charrúa héroe y el ghanés villano.
Pero ese grande que ha nacido, no podía quedarse conforme con su situación y en la correspondiente tanda de penas máximas asumió la responsabilidad de lanzar el primero de su selección y transformarlo con increíble sangre fría por toda la escuadra. De nuevo héroe, por su valentía. El resto de la historia ya se sabe, Ghana eliminada y Uruguay en semifinales. Antes de acabar quiero concederle el último premio, héroe del partido, al único que se le podía ocurrir lanzar un penalti a lo Panenka en el decisivo lanzamiento y no es por nada que le llaman loco, no es otro que Sebastián Abreu.
Nos hemos quedado sin representantes del continente organizador pero hemos ganado una estrella, Gyan, que como todo grande que se precie, léase: Baresi, Roberto Baggio, Sócrates, Platini e incluso Maradona, ya ha fallado su penalty en una gran cita.
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