Cambio de tendencias bajo palos

El fichaje de Víctor Valdés por el Manchester United ha abierto algunos debates de interés moderado: ¿Es acertado contratar a un portero de primer nivel justo cuando tu titular está en su mejor momento? ¿Cómo gestionar el ansia de un meta que necesita con urgencia minutos y no se los puedes garantizar? Y ya en el apartado de la rumorología ¿Es un primer paso hacia la venta de De Gea en el momento en el que más dinero puede sacar por él con un sustituto ya atado?
Un cúmulo de preguntas que pueden llegar a un nexo de unión más que interesante: una nueva gestión de las porterías entre los grandes equipos del Viejo Continente.


No sólo el United cuenta en estos momentos con dos porteros de primer nivel (más allá de la edad de Valdés, contamos con que no haya bajado un ápice su capacidad). Hace unos meses el Real Madrid contaba con Casillas y Diego López y sustituyó al gallego por el portero más efectivo del curso pasado en la Liga, Keylor Navas, que rubricó el curso con un Mundial excelente. La salida del propio Valdés también provocó que el Barcelona contratara a dos porteros de nivel similar: Bravo y ter Stegen, un veterano conocedor de la Liga y un joven señalado a ser de lo mejor de la posición en breve.
También el Atlético, con la vuelta de Courtois a Londres, reformó su portería con un perfil parecido al del Barcelona: un jugador familiar para la Liga como Moyá y uno de los porteros más destacados de la pasada temporada como Oblak.


Siguiendo la estela de Courtois, el Chelsea contaba con Cech en un momento de forma altísimo y refuerza la posición con uno de los mejores del mundo en su posición como lo es el portero belga. También el City hizo una moviento similar incorporando a Willy Caballero, portero de confianza de Pellegrini y en el mejor momento de su carrera, aunque en un claro movimiento de presión para Joe Hart que, parece, ha hecho espabilar al inglés. Hasta podríamos hablar de una tendencia similar en el Bayern de Munich con Manuel Neuer y la incorporación de Pepe Reina, acostumbrado al banquillo pero no por ello alejado de la tensión competitiva cuando le ha tocado jugar (aunque haya vivido una complicada lesión en su estancia en Munich).

 
Lejos parecen los días en los que la rotación bajo palos era menos exigente y los grande equipos centraban sus esfuerzos en contratar al mejor portero posible y era un portero de la cantera o de perfil medio quien calentaba el banquillo con la esperanza de jugar las primeras rondas de la Copa y, sin desar ningún mal, estar preparado para cuando el titular se lesionara o fuera expulsado. Claro que este cambio no es más que producto del aumento de partidos al año que ahora disputan los grandes equipos y la planificación para ser competitivos desde agosto hatsa mayo.