Las águilas vuelven a volar alto

Las imágenes que desde hace unas horas van viajando a través de las redes sociales desde Lisboa hacia el resto del mundo hacen que se te ponga piel de gallina. La explosión de alegría de los aficionados del Benfica después de ganar la Liga ZON Sagres este fin de semana no son las clásicas estampas de hinchas celebrando un título. Es algo más. 
A pesar de ser el equipo con más títulos ligueros del país, sólo levantar cuatro veces este trofeo en los últimos veinte años hacen que una generación entera de aficionados encarnados no hayan vivido en primera persona la dimensión histórica de su equipo.



Y desde luego no ayudó el dramático fin de la temporada pasada. Perder la liga en el penúltimo partido, cuando el Oporto le remontó un gol con un autogol de Pereira y el 2-1 definitivo en el descuento, la Europa League con otro gol en el descuento y la Copa cuando el Vitoria Guimaraes remontó en los últimos ocho minutos de partido la final, significó uno de los finales de campaña más duros que recuerdo, sucediéndose imágenes totalmente contrarias a las que os contaba al principio de esta entrada.
Siempre he defendido que como campeón sólo puede haber uno, a un equipo grande o con potencial se le tiene que exigir no ganar, sino llegar hasta el final en la pelea por los trofeos. El Benfica durante el curso pasado hizo eso, incluso hasta el final del último partido, pero vio como la sucesiva carga de presión psicológica a medida que se fueron acumulando las terribles decepciones nublando el haber cumplido con los objetivos (a mi modo de ver) de la temporada.


Con cambios en el bloque, subrayando la salida de Matic a mitad de curso, pero con la confianza en Jorge Jesús el equipo puede firmar una campaña que dé sentido a todo el sufrir del año pasado: han ganado la Liga con un par de jornadas de antelación, esta semana pelearán por acceder a la final de la Europa League nada más y nada menos que con la Juve, que quiere ejercer de anfitrión en la final y espera en algo menos de un mes disputar la final de Copa contra Rio Ave.
La oportunidad de que el fútbol salde una deuda, o por lo menos no sea tan cruel, con un equipo que hace bien las cosas, más allá de lo competitivo de sus torneo locales.

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