Los errores de Djukic

Es realmente complicado escribir de la salida de Miroslav Djukic del Valencia sin dejar cabo sin atar. La compleja y delicada situación que vive el Valencia obliga a tener en cuenta muchos factores a la hora de valorar si el cambio será positivo o si será un paso definitivo hacia la instalación en la clase media después de unos años siendo, o cuanto menos comenzando como, una alternativa 'al poder establecido'.
Intentaré contaros sobre errores que creo que ha cometido el técnico serbio, hace menos de un año uno de los entrenadores con más proyección de la Liga y ahora sin crédito como para conseguir una oportunidad parecida para dirigir a un equipo grande (aunque sin medios para demostrarlo) a corto plazo.

Djukic llegó a Valencia con el beneplácito de todos: ex jugador que llegaba al Valencia como un paso ambicioso en su carrera y con un libreto que parecía atractivo para el espectador. Un cúmulo de atributos que le darían un punto de confianza extra de cara a todos. El ex del Valladolid cometió entonces el primer error como entrenador del Valencia cuando condensó una rueda de prensa llena de ambición deportiva con una frase que le ha perseguido hasta su último día en Mestalla: 'Vengo a despertar a un gigante dormido'.
Claro que es necesario que el entrenador de un histórico demuestre ambición, pero es más aún que sepa medir las dosis de euforia que consume el entorno y la afición. Después de ver cómo el equipo se continuaba debilitando era temerario hablar de pelear por títulos y así, desde el primer día, se cargó con una presión innecesaria que hacía más pesado cada resultado negativo.



El segundo gran error de Djukic entiendo que fue el de no saber gestionar una plantilla algo acomodada con bastantes internacionales. Tan sólo después del primer partido ya tuvo que hacer frente a una rajada de Mathieu (aunque al final la cosa tuvo un final feliz) y no consiguió convencer para que sumara al que debía ser el mejor central de la plantilla, Adil Rami, tuviendo que buscar una salida rápida para evitar una fractura grave en el vestuario.
La metodología de trabajo, con el grupo de titulares y reservas quizás demasiado definido en el inicio, desgastó mucho su figura hasta el punto de que los malos resultados fueran relacionados con la posibilidad de que el equipo le estuviera 'haciendo la cama' preocupado por una meritocracia que anulara status adquiridos por veteranía.

Más abierto al debate sobre lo que ha intentado asentar en el equipo a la hora de jugar. Ya desde la pretemporada se pudieron observar muchas lagunas durante sus partidos aunque teniendo en cuenta que la pretemporada es para tomar automatismos de juego, no llegó a preocupar lo que hubiera debido. Tengo amigos y conocidos que me cuentan que 'en Mestalla no gusta el juego toque o de posesión', una afirmación dura pero que explica algunos fracasos de técnicos que han pasado en los últimos años por Valencia. Valverde o Emery han querido dar al Valencia de una personalidad de juego lo suficientemente fuerte como para mandar cuando el rival no contaba con su mismo potencial y saber crear problemas a equipos que les sometían. 
Pero más allá de discutir sobre estilo, lo importante es conocer los jugadores con los que cuentan para llevar a cabo un plan de juego. Tanto la defensa como el mediocentro se han mostrado poco finos a la hora de iniciar el juego y bastante limitados en la destrucción.

La falta de un nueve ha sido algo que ha causado un impacto del que todavía no se ha recuperado. Obvio que todos los equipos que no pueden dominar el juego con claridad necesitan un jugador que sea determinante y la aportación goleador de Jonas (ojo, que llegó a Valencia como 9) no debería ser la principal, por lo que Postiga y, en menor medida Alcácer, tienen que convencer todavía.

Algunos síntomas detectados y, lamentablemente, incapacidad de Djukic para corregirlos o cambiar un guión que no convecía ni a público ni a crítica. Quizás la confianza ciega que demostraba su presidente le privaba de vivir la tensión del entrenador de un grande que no convence y, de manera negativa, reforzaba una metodología de trabajo diario y una insititencia en el modelo a usar que no compartía el resto del equipo.

Estas son algunas de las sensaciones que desprendía este Valencia de Djukic, el segundo proyecto con un ex jugador ché al frente que tiene un resultado casi idéntico. Quizás esa una decisión más guiada por el populismo que por la urgencia deportiva con la que vive el Valencia en los últimos años.


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