De los trescientos goles que ha conseguido David Trezeguet, seguramente el que será más recordado fue el que le dio a Francia la Eurocopa en 2000. Un par de años antes ya había formado parte del equipo galo que se llevó su primer Mundial en casa, siendo uno de los protagonistas de la tendencia de la que se habló en su día sobre el futuro del fútbol con equipos como aquel francés, un crisol de orígenes dentro de una misma nación.
No sé si hemos llegado ya a ese futuro, pero desde entonces y hasta ahora el franco-argentino se ha cansado de hacer goles en Francia, Italia, España y Argentina. Quizás en esta última etapa ya habiendo bajado el nivel de exigencia en el campo, pero haciendo gala de una gran profesionalidad y poniendo su experiencia, sobre todo en su etapa en River, al servicio de los más jóvenes y de restarle ruido a los debates que siempre rodean a equipos de calado tan importante en los medios deportivos.
Pero si la llegada de Trezeguet al fútbol argentino ha dejado bastantes cosas positivas, también viene a reforzar la tendencia que vive el fútbol de esta latitud cuando lejos de producir figuras de primerísimo nivel a un ritmo vertiginoso, no sólo tarda más en sacar jugadores de este corte, sino que ahora se cambia el semillero por estrellas europeas en la cuesta final de su carrera para que lideren los proyectos en lugar de darles el último homenaje.
Un cambio de rol que ya ha sido varias veces comentardo, pero que no por ello deja de ser una realidad.
El caso de Newell's el equipo que un juego más sólido viene prácticando desde hace un tiempo bien puede remarcar esto cuando son el propio Trezeguet y Maxi Rodríguez los jugadores más destacados del 'los leprosos'.
Tal vez por todo esto la bonita efeméride que ha logrado el ex del Mónaco, Juve, Hércules y River, vaya a pasar de puntillas por los medios europeos, que a la postre, en cuestión de fútbol, marcan lo que 'vende' y lo que no.
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