Cinco razones que evitaron la final española en la Champions

Contar con los equipos más potentes del planeta invita a pensar que en la recta final de cada temporada van a pelearse no sólo los títulos locales, sino también la máxima competición continental. Pero parte del encanto del fútbol reside en que sobre el césped no cuenta ni la historia, ni los presupuestos, ni las diferencias en cuanto a condiciones de los jugadores: todo se acaba reduciendo a cómo se plantean los partidos para lograr tu objetivo y en la confianza y entrega de los jugadores a la hora de llevarlo a cabo. Podemos complicarlo más o menos o profundizar más en algunos puntos que lo merecen, pero creo que acabaríamos llegando al mismo punto de partida.
Aún así, es útil para aprovechar el palo que se han llevado muchos al ver que la final de Múnich no tendrá equipos de la Liga para señalar algunos de los puntos que merece la pena tener focalizados a la hora de explicar esta gran decepción.

Los rivales: Se hablaba de Bayern y sobre todo del Chelsea como dos equipos de media tabla en España. Cierto es que el equipo alemán sí que fue señalado como la alternativa al binomio español en Champions, pero la manera en la que perdió la Bundesliga y las peleas entre sus estrellas parece que le restaron potencial ante el gran público. Olvidemos el fútbol doméstico porque en la Champions ningún equipo llega a estas alturas de rebote, siempre hay algo detrás que le hace merecedor o que le hace más peligroso de lo que nos imaginamos.
Repasando los dos partidos y el tiempo extra en el Bernabéu ¿alguien se atreve a decir que hicieron peores encuentros que Barça y Madrid?

La gestión de las ventajas: Tanto Barça como Madrid se presentaban en un escenario parecido, el de remontar una desventaja mínima en casa, con el ‘pequeño hándicap’ de haberse enfrentado entre ellos unos días antes con el desgaste que eso suponía. A la hora de saber jugar con esa ventaja e incluso, si me permitís la expresión, especular con ella, el Bayern y el Chelsea se mostraron mucho mejores que Madrid y Barça porque no olvidemos que los dos equipos que arrancaban eliminados el partido de vuelta lograron, durante algunos minutos, estar directamente clasificados.
Mientras que el equipo de Guardiola acusó el gol de Ramires en el descuento, el equipo blanco pareció contenerse en la segunda mitad de su partido para asestar un golpe de gracia en la prórroga (tan arriesgado como habitual en el equipo de Mourinho). 

Euforia no es confianza: Parecía que incluso partiendo de la desventaja, aquí nadie esperaba otra cosa que no fuera un Madrid - Barça en Múnich. Había motivos visto los partidos de ida, pero se vendió la piel del oso antes de cazarlo y estoy seguro de que, aunque fuera por momentos, la euforia extrema pasó por la cabeza de los jugadores de forma muy diferente. Mientras el Madrid quizás aún vivía la resaca de ganar la Liga en el Camp Nou, los azulgranas se aferraban a este partido para firmar un cuarto gran año de manera consecutiva.
Por contra nadie en el Chelsea o Bayern parecieron dar impresión de venir con el trabajo hecho, dando no sólo una imagen de equipo concentrado, sino también de saber muy bien lo que tenía que hacer ante tan duros rivales.


Estrellas apagadas: Ojo, no es un palo a Cristiano Ronaldo y Messi. Creo que hicieron por liderar a sus equipos, pero (más allá de los goles del luso) no les salieron las cosas del todo bien. A Messi da la sensación de haberle encontrado un remedio a la posición de ‘falso nueve’ sin olvidar la sensación de que le pesan las piernas en una temporada en la que a penas a dejado de jugar en todas las competiciones.
Y tras los generales, llegan quienes les escudan empezando por dos jugadores a los que les quedan muchos partidos importantes todavía: Xavi Hernández y Xabi Alonso. El primero se muestra pesado y fuera de forma, lento en ejecución y poco resolutivo. Ya nos dijeron el año pasado que Xavi no está para jugar cincuenta partidos al año, pero su recta final de campeonato dista de la esperada. Por su parte, Alonso suma en la destrucción y contención en el Madrid incrustado entre centrales y hasta posibilita una salida inicial más limpia, pero parece que a costa de perder el peso en la circulación. En el fondo es cómo el Madrid vive más cómodo, con circulaciones vertiginosas donde no parece haber hueco para el tolosarra.
Junto a ellos, Iniesta y Özil, que sin llegar a ‘suspender’ estos exámenes, si que han sufrido el planteamiento del rival y han podido emplearse con acierto a un ritmo intermitentes siendo sus equipos los principales perjudicados.

Acción inesperada - reacción equivocada: Me da que ni Guardiola ni Mourinho se esperaban recibir los goles que recibieron y ante ese cambio repentino de escenario sus apuestas no surtieron efecto: las del de Santpedor por erradas y las del luso por tardías. Lo del Barça en estos últimos partidos ya lo desarrollamos algo más en la entrada sobre el Clásico, no tiene efectivos para aprovechar que los rivales le regalen las bandas. Sin Piqué para ejercer de ‘nueve de emergencia’ en los últimos minutos usó a Keita como receptor de balones directos o para crear espacios para la llegada de compañeros.
En el Madrid se cedió el dominio total del partido, no ya sólo en cuanto a iniciativa con la pelota, sino en llevarlo al ritmo y zonas de juego donde necesitaba. Vivió reflexivo dejando hacer al Bayern en el medio quien de no haberse encontrando con la intensidad de los centrales (que firmaron un gran papel), seguro que no habría llegado a la prórroga.

Por si alguien que ha leído este texto se siente algo decaído, creo que merece la pena cerrarlo con una frase que dijo Guardiola en la rueda de prensa post partido:
‘Deporte es ganar y perder’

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