Anoche se disputó la final de la Europa League entre el Oporto de
Vilas-Boas y el Sporting de Braga de Domingos. Sin querer contaros algo
que ya habréis leído sobre la ‘relación’ entre ambos entrenadores o
hacer una mala crónica de un partido que todos vimos, quería compartir
con vosotros una reflexión que viene al dedo a una gran frase de Antonio Pacheco.
Resulta
que el Sporting se planta en su primera final europea. No puede ser
casualidad o suerte (algo en lo que no creo), algo así te ayuda en un
partido, a lo más en una eliminatoria, pero llegar desde la liguilla de
la Champions (donde accedió a través de la previa) hasta la final de la
Europa League, hay mucho camino y trabajo.
La idea de Domingos, entrenador de una plantilla hecha con retales y
jugadores quizás limitados en cuanto a técnica pero generosos en el
esfuerzo y aplicados en las órdenes tácticas, llevar los partidos hacia
donde le interesa: ritmo lento y que sea el rival quién lleve la
iniciativa.
A partir de aquí era lo más interesante del partido ver cómo puede plantear un partido con esas ideas. Y vaya si lo fue.
Línea de cuatro, un mediocentro que tapaba huecos, otra línea de
cuatro y un único punta, todos muy juntos y con la defensa ciertamente
adelantada para no dejar espacios al pasador. Todos a esperar en su
propio campo a recuperar y salir rápido, si no se veía la salida,
alejaban el balón para que el Oporto empezara de nuevo la jugada, ya que
sabían que sería raro que optara por el balón largo, y que si lo hacía,
sería mucho más fácil de frenar y predecible. También hay que mencionar
las órdenes de ayudas en ciertas zonas del campo que provocaban, por
ejemplo, que Pereira no tuviera espacio u opción de subir, como tanto le
gusta, para crear superioridades.
Además, el Oporto que no traicionó a su patrón de juego, también
presentó una defensa adelantada, por lo que en gran parte del juego, el
partido se desarrolló en pocos metros, un gran problema para Guarían y
Moutinho, principales generadores de juego, que para recibir y tener
espacio tenían que ir a buscar el balón junto a sus centrales.
La cosa funcionaba hasta que entró en juego un factor que causó una
acción con su consecuente reacción. Un fallo técnico (factor) a la hora
de dar un pase, hace que Guarín se encuentre con el balón en los pies,
espacio por delante, un medio del campo con menos rivales que el que
había visto hasta el momento y algún compañero por delante. Carrera casi
sin oposición, centro perfecto y gol de Falcao (acción). Todo el plan
de Domingos al traste por lo que se empeñaba en tapar con su conservador
esquema.
La reacción invitaba a que cambiara el guión de su ‘performance’, y
no estaba mal, habían aguantado casi la primera mitad y apretar más en
la segunda mitad no iba a ser complicado.
Pero el esfuerzo y la limitación técnica habían condenado ya al
Sporting tras el gol. Cierto es que recuperaban más balones y que su
propuesta ya con la pelota era más comprometida con el juego ofensivo,
pero demasiados metros por delante y un rival que también está muy bien
trabajado, redujo a una las ocasiones del Sporting.
Llegados a este punto, ¿Cómo calificar la apuesta de Domingos? Por un
lado quizás llevó al extremo el sistema que le ha llevado a la final,
pero por otro por tanta cautela dio, por momentos, imagen de convidado
de piedra, tratando de caer por la menor diferencia posible.
Parece que su homólogo lo tiene claro.
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