Anoche, imagino que como muchos de vosotros, vi el partido promocional de la Candidatura Ibérica para albergar el Mundial de 2018 que disputaron Portugal y España en Lisboa. El choque de dos vecinos con equipos altamente potentes era una invitación a despreocuparme un par de horas de otros quehaceres y desde luego el espectáculo (?) valió la pena.
No esperes, amigo lector, una crónica de los hechos, porque sería redundar en algo que estoy seguro que ya habrás leído desde otros portales. Quería dedicar unas líneas a la preocupante rutina en la que entra España cuando el partido carece de cualquier objetivo en forma de competición o con puntos en juego desde que se ha proclamado, con justicia, campeona del Mundo. Vale que sólo han sido tres partidos, contra México de aquella manera tan inoportuna, contra Argentina y ayer frente a Portugal, pero el saldo, para un equipo que ha rozado la perfección en esto del fútbol, ha sido muy deficiente: un empate, dos derrotas, nueve goles en contra, dos a favor y muy pocos ratos del fútbol al que estábamos acostumbrados desde hace un par de años.
Esto no es lo que debería preocupar al aficionado, porque, puestos a perder, es mejor que sean estos partidos en los que 'sólo' está en juego tu honor (ahora que España por fin gana cosas, se pueden decir este tipo de cosas), pero si os soy sincero, a mí me preocupa la falta de tensión y hasta desidia que se nota en el equipo cada vez que ha jugado un amistoso. No sé si sera por ganas, cansancio o falta de motivación (algo raro viendo los rivales) pero desde luego no soy de los que piensa que los status se defienden en torneos y da igual la imagen que des en partidos amistosos, y más cuando ni tan siquiera se utilizan para ir dando cabida a nuevos jugadores. Los que perdieron en Argentina y Portugal son los mismos que ganaron el Mundial. Es como si yo le insistiera a mi hijo que fuera buena persona, pero sólo con su madre ¿no debería ser buena persona siempre? Pues lo mismo ocurre con la condición de campeón.
Ahora bien, también hay que decir que España se ha convertido en el rival al que todos los equipos quieren batir. A México le valió el empate para hacer olvidar a su afición el discreto Mundial disputado, a Argentina para confirmar a Batista como técnico y a Portugal par dar el espaldarazo a Bento y ver, algo que no se veía desde hace mucho tiempo: una gran actuación de Cristiano Ronaldo con su selección. España ha servido de 'termómetro' para tres selecciones de mucho más calibre de las que está acostumbrada a cruzarse en clasificatorias. Esto ya no sólo debería saberlo Del Bosque, que estoy seguro que sí, sino que deberían tenerlo muy en cuenta los jugadores.
Anoche se vio a una España por debajo de su nivel habitual de presión, de creación y hasta de concentración; se vio a una España que perdía balones en el centro del campo por querer jugar de tacón y que no le importó pegar un par de pelotazos para evitar la inteligente línea de presión de los lusos. Anoche España no fue España y sea por el motivo que sea, deberían hacérselo mirar.
Lamentablemente, llegará otro partido de clasificación que se liquidará sin problemas y todo esto se olvidará. Escuchaba esta mañana en la radio que 'antes España era campeona del Mundo en amistosos y que ahora lo es de verdad'. Muy bien, pero yo recuerdo amistosos contra Brasil, Argentina, Italia o Alemania en los que no se ganaron en todos, pero desde luego se dio una imagen mucho mejor y de la que el aficionado estaría más orgulloso que la que se vio anoche en Da Luz.
0 Comentarios