Por Montse García
Rumanía ha sido la cuna de grandes futbolistas que dieron el salto europeo entre los 80 y 90. Estos abanderados de su patria fueron referente no sólo de su país sino de una generación marcada por el fútbol del Este. Aunque hoy en día vivimos una sequía de jugadores con la misma calidad de aquellos, el presente está sirviendo de puente para la llegada de una nueva oleada de estrellas rumanas.
Rumanía ha sido la cuna de grandes futbolistas que dieron el salto europeo entre los 80 y 90. Estos abanderados de su patria fueron referente no sólo de su país sino de una generación marcada por el fútbol del Este. Aunque hoy en día vivimos una sequía de jugadores con la misma calidad de aquellos, el presente está sirviendo de puente para la llegada de una nueva oleada de estrellas rumanas.
Para todos los amantes de este deporte, hablar de Giga Hagi o Gheorge Popescu es hablar de dos de los mejores futbolistas de la época dorada del fútbol rumano. La selección de Rumanía disfrutó del mejor nivel en los años 90 con la clasificación para los mundiales de Italia 90, USA 94 y Francia 98. Para llegar a esa generación hay que trasladarse al final de los años 80 cuando el Steaua de Bucarest, el club del Ejército Rumano, reunió en sus filas a jóvenes valores que serían campeones de Europa en 1986. Una final en Sevilla contra el FC Barcelona que cazaron en los penaltis gracias a la excelente actuación de Duckadam con sus cuatro paradas. Repitieron final en 1989 en Barcelona. Esta vez tendrían en frente a un AC Milán que los desmontó fácilmente con un 4-0.
Fueron años difíciles a nivel político y social. La caída de la Cortina de Hierro supuso cambios que afectaron a todos los niveles. En el deporte y, concretamente en el fútbol, existía la obligación por parte de los clubes de depender del gobierno o de algún sindicato. Además, el mercado de pases era una realidad que brillaba por su ausencia. De ahí que los jugadores se fueran a los equipos más fuertes. A esta remesa pertenecen los conocidos Adrian Bombescu, Stefan Iovan, Mario Lacatus, Petrescu, Víctor Piturca o Helmut Duckadam. Todos ellos obtuvieron la fama internacional y algunos llegaron a nuestro país. Ilie Dumitrescu jugó en el Sevilla FC, Lacatus en el Oviedo, Cosmin Contra en Atlético de Madrid y Getafe, Florin Raducioiu en el Espanyol y Constantin Galca en Mallorca, Espanyol, Villarreal o Almería entre otros. En el Betis aterrizó Filipescu y Adrian Ilie en Valencia y Alavés.
Pero si hay que destacar dos jugadores diferentes al resto, que frecuentaron nuestra liga y que marcaron el fútbol rumano, esos son Gica Hagi y Gheorge Popescu. Dos futbolistas unidos por sus trayectorias en Steaua de Bucarest, FC Barcelona y Galatasaray, y a nivel personal por estar casados con dos hermanas.
Pero si hay que destacar dos jugadores diferentes al resto, que frecuentaron nuestra liga y que marcaron el fútbol rumano, esos son Gica Hagi y Gheorge Popescu. Dos futbolistas unidos por sus trayectorias en Steaua de Bucarest, FC Barcelona y Galatasaray, y a nivel personal por estar casados con dos hermanas.
Sobre el 'Maradona de los Cárpatos' poco se puede decir que no se sepa ya. Una zurda sublime y un magistral regate siempre a la máxima velocidad. Su golpeo de balón ha sido de los mejores de la historia, para el recuerdo quedan multitud de goles inverosímiles. Potencia controlada y mucha seguridad en la toma de decisiones tanto en los pases como en la conducción. Un auténtico mago con unos comienzos llenos de altibajos hasta que encontrara el camino al ascenso. Ése que lo elevara a ser considerado el mejor futbolista rumano de todos los tiempos. Por su parte, "Baciul" -el pastor- como era conocido Popescu en Rumanía destacó por su alma de líder, indispensable en la defensa del Barça de la era Robson y disfrutando de su compañero Ronaldo en su mejor momento. Gheorge destacó por su clase, trabajo duro y efectivo y por la proyección internacional que tuvo jugando al máximo nivel.
Tras esta remesa de oro de futbolistas rumanos mundialmente conocidos, hubo un periodo de sequía. El problema es el mismo que sobrellevan muchas selecciones cuyas ligas son pequeñas. Sufren ciclos de transición largos después de haber sacado generaciones de buenos futbolistas. Les ha sido difícil conservar el nivel impuesto por la defensa formada por Prodan, Selymes, Belodedici, Dobos o Petrescu. Actualmente, estamos viviendo el despertar de una nueva generación de rumanos con ansias de acercarse al buen nombre que dejaron sus antecesores. Cristian Chivu del Inter de Milán, Daniel Niculae del AS Mónaco, Ciprian Andrei Marica del VfB Stuttgart o Florin Cernat del Hajduk Split son algunos de los jugadores rumanos del momento. No tienen la calidad de los ochenteros pero están sirviendo para construir el camino a una nueva clase de jóvenes con ansias de igualar sus registros.
La selección sub-17 rumana se basa en tres pilares que apuntan a reavivar la Historia futbolera del país. Es nombrar a Rafael Stanesku y en su barrio lo comparan con Xavi. Este interior derecho es una de las sensaciones del momento en Rumanía. Suele jugar pegado a la banda con entradas diagonales cargadas de peligro. Posee una extrema rapidez que lo ayuda a subir balones que regala a los puntas con precisos pases. Sus entradas individuales son buenas a pesar de arrancar siempre desde muy atrás. Le cuesta mantener el balón en su posesión por el ímpetu de generar ofensivas para su equipo. Actualmente milita en el Dínamo de Bucarest aunque es cuestión de tiempo que pueda dar el salto al Steaua donde sería compañero de Bogdan Vatajelu. Este interior izquierdo es sin duda el jugador con mayor técnica de los cachorros rumanos.
Es un zurdo con velocidad e imparables llegadas por banda. Sabe aprovechar los servicios del resto del equipo gracias a que se trata de un jugador listo y pillo. Cualidades que lo convierten en imprevisible y que continuamente sorprende por sus resoluciones finales. Es desequilibrante y su selección lo echa en falta cuando no juega. Para cerrar el triángulo toca hablar de Alexandru Margina del Ceahlaul Piatra Neamt. Un punta rápido, agresivo y que sabe desenvolverse con los defensas contrarios. Sus controles con arrancadas en velocidad y verticalidad aislan su individualismo provocando serios problemas a los rivales. A pesar de su escasa estatura posee una fortaleza física que saca a relucir en las segundas partes de los encuentros, cuando suele realizar su mejor juego.
Es un zurdo con velocidad e imparables llegadas por banda. Sabe aprovechar los servicios del resto del equipo gracias a que se trata de un jugador listo y pillo. Cualidades que lo convierten en imprevisible y que continuamente sorprende por sus resoluciones finales. Es desequilibrante y su selección lo echa en falta cuando no juega. Para cerrar el triángulo toca hablar de Alexandru Margina del Ceahlaul Piatra Neamt. Un punta rápido, agresivo y que sabe desenvolverse con los defensas contrarios. Sus controles con arrancadas en velocidad y verticalidad aislan su individualismo provocando serios problemas a los rivales. A pesar de su escasa estatura posee una fortaleza física que saca a relucir en las segundas partes de los encuentros, cuando suele realizar su mejor juego.
Stanesku, Vataleju y Margina son la savia viva del fútbol rumano. Sin duda, estos jóvenes llegan con fuerzas e ilusión para encabezar una nueva era que iguale a los éxitos cosechados antaño. Aún deben crecer y terminar de formarse para poder comprobar si están a la altura de sus antecesores. De momento, han vuelto a despertar la ilusión de los que desean volver a disfrutar con las jugadas de Hagi.
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