Nunca bajaron los brazos

No sé por qué me he sentado en el ordenador para escribir y me ha venido enseguida a la mente el partido del que os quiero hablar esta noche.
Cuento con que todos los que me leeis lo habeis visto o, cuanto menos, habeis visto algún resumen (sobre todo del final).
Y es que una final de Champions siempre deja alguna historia en forma de jugada o jugador, de un gran combinado y, en menor medida, de un partido entre dos rivales tan poderosos como temerosos.

Os hablo de la final que se disputó en el Camp Nou en el año noventa y nueve (como "regalo" en el centenario del Barça) entre un fantástico Bayern de Munich en el que se juntaron jugadores de la talla de Matthaus, Basler, Effenberg, Khan, Scholl y seguramente la versión más perfecta que ha obtenido Ferguson de su United con los Beckham, Giggs, Keane, Stam, Cole o los hermanos Neville en su mejor momento.

Quiero recordaros que durante los noventa minutos los alemanes hicieron un partido casi perfecto. Se adelantaron a los seis minutos con un gol de libre directo de Mario Basler (menudo jugador este) y dominaron todas las facetas del juego para llevarse el partido y el triunfo final en el torneo (creo recordar que contaron incluso con ocasiones muy claras de sentenciar el partido).
Pero ¿por qué "casi"? porque los partido duran los noventa minutos más lo que el árbitro de la contienda decida añadir y ya en el cambio a falta de dos minutos de Basler todo el equipo alemán se vio con el trabajo hecho y con esta actitud reflejada en su juego le dio la vida al United.

Los diablos rojos por su parte se encontraron con un gol en contra muy pronto y trataron con sus medios buscar igualar el partido. Pero se enfrentaban a un bloque muy fuerte, trabajado y experimentado que supo aguantar con mucha seguridad todas sus embestidas.
Acabando el partido quisieron morir luchando hasta el pitido final, centrales colgando balones y viendo como Schmeichel subía a rematar los corners.
Si al Bayern le mató la relajación el levantar el pie del acelerador y subestimar al United a los ingleses les dio la vida ver que los bávaros se dedicaban a quitarse el balón y no le importaba conceder situaciones de balón parado cerca de su área.

La historia la conoceis todos a partir de entonces...




Dos corners prácticamente consecutivos dan dos goles al United dan la vuelta al partido y hacen que cambien las tiras de colores que adornan la Copa de Europa para colocar el rojo y el blanco de los ingleses.
Aprovecharon la oportunidad que les dio el Bayern, el sorbo de vida en forma de dos saques de esquina desde la banda iquierda para que Beckham (que otra cosa no, pero a balón parado es de lo mejor que se ha visto) pudiera regalar a los aficionados una de las finales más emocionantes que hubieran podido ver.

Y de todo esto os quería hablar hoy de un valor que se está perdiendo hasta tal punto que cuando se muestra en un partido como ocurrió esa noche hace que nos llevemos las manos a la cabeza o que nos restreguemos los ojos como signo de incredulidad.
Compromiso, fe, profesionalidad.

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